[marquee=right][align=justify][size=150]Historias urbanas[/size][/align][/marquee]
[align=center]Doctor Milagroso[/align]
[align=justify]Los fenómenos meteorológicos extremos son parte de una "nueva tendencia normal"[/size][/align]
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[align=center]Doctor Milagroso[/align]
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- Siendo las 6 de la mañana, me encontraba otro día más camino hacia el Hospital de Neoplásicas, centro médico para enfermos con cáncer. Ya habíamos visitado en numerosas veces al doctor, y tanto mi hermana como mi madre se encontraban esperando su turno para ser atendidas. Los doctores ya conocían el caso: mi hermana tenía un agudo dolor en los senos y un olor fétido por la pus que se estaría formando.
El caso se iba complicando conforme pasaba el tiempo, y la realidad se hacía cada vez más dura cuando conocíamos los resultados de los análisis. El último día se conocieron los resultados que confirmaron aquella dolorosa realidad que todos en casa ya conocían pero que se resistían a aceptar.
Entró mi hermana al consultorio para recibir sus documentos y el diagnóstico, y mientras ello ocurría, mi madre se dirigió a una pequeña capilla ubicada dentro del mismo hospital a orar por la salud de mi hermana pidiendo por su mejoría y su recuperación. Regresó mi madre a la puerta del consultorio para esperar que ella saliera con sus resultados y ayudarla en ese momento pues sabía que lo que afrontaría mi hermana no sería nada fácil, y le iba a causar un profundo dolor.
Al abrirse la puerta del consultorio, mi madre vio a mi hermana salir muy desconcertada con sus documentos en mano por lo que mi madre supuso lo peor .
Sin embargo, cuando mi madre se acercó, ella le contó que daba gracias a Dios pues no tenía absolutamente nada, que estaba sana, que ni los doctores se explicaban el hecho, pero que ya no tenía ningún problema en los senos, que estaba curada.
RFue en ese momento, cuando mi madre le preguntó por el doctor que la acompañó hasta la puerta, pues tenía facciones de extranjero; a lo que mi hermana le respondió que no, que solamente estaba el doctor y la enfermera que siempre la atendían, que nadie la acompaño hasta la puerta y que no había otra persona más.
Pero mi madre si lo había visto y pudo reconocer finalmente quien era ese hombre:
Era Jesús. Él curó y salvó a mi hermana.
Ella ahora tiene 28 años, es casada, formó una linda familia con dos hijos, y hasta ahora, su salud ha permanecido inquebrantable.
Jesús fue quien la curó de todo mal
Historia real relatada por Edwin Rojas Ramírez (Perú)
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[align=justify]Los fenómenos meteorológicos extremos son parte de una "nueva tendencia normal"[/size][/align]
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Inundaciones en Valladolid, España. Un hombre utiliza
una lancha para atravesar la ciudad inundada.
El incremento de los fenómenos meteorológicos extremos
obedece al cambio climático.
ANTONIO MACIAS MARTINEZ – PNUMA/Imágenes Fija
El año pasado fue testigo de terribles desastres naturales. Lamentablemente – y con toda la tragedia que eso significa para millones de personas – 2007 representó la "nueva normalidad", un nuevo paradigma de fenómenos meteorológicos extremos. Esta clarísima manifestación del cambio climático exige una rápida transformación del modo en que nos preparamos para hacer frente a los peligros de la naturaleza.
La Historia
Intensas tormentas a todo lo largo y ancho de Asia y el Caribe, devastadoras sequías en África, incendios forestales en la región sudoccidental de los Estados Unidos, inundaciones masivas en toda Asia y en grandes zonas de África – la lista global de catástrofes de 2007 se asemeja a un trillado guión de película Hollywoodense sobre desastres. Pero esas calamidades están muy lejos de ser ficción para decenas de millones de personas que han padecido grandes penurias a causa de esos sucesos.
La letanía de fenómenos meteorológicos extremos del año pasado podría ser apenas un aviso de lo que está por ocurrir. En 2007, las Naciones Unidas emitieron la cifra récord de 15 llamamientos para recaudar fondos para prestar ayuda en casos de desastres naturales inesperados, 5 llamamientos más que la cifra anual sin precedentes del año anterior. Con una sola excepción, todos esos desastres fueron resultado de condiciones climáticas extremas. Informes recientes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) citan investigaciones que indican que la influencia humana sobre el cambio climático ya ha aumentado el riesgo de que ocurran ciertos fenómenos meteorológicos extremos, y señalan que un aumento de 2°C de la temperatura por encima de los niveles de 1990–2000 incrementaría el riesgo de numerosos fenómenos extremos, incluidos inundaciones, sequías, olas de calor e incendios. También se prevén fuertes precipitaciones en algunas regiones – y ya, en 2008, se han registrado graves inundaciones en África meridional.
Las consecuencias de los desastres naturales no se hacen sentir únicamente en los planos humano y económico. Cientos de millones de personas podrían necesitar ayuda humanitaria en los próximos años debido a las devastadoras consecuencias del cambio climático, no solamente en términos de las reservas de alimentos y agua en todo el mundo y de la salud pública, sino también por las corrientes migratorias y, no menos importante tampoco, por la inestabilidad política, a raíz de la intensificación de la lucha por los recursos. El IPCC está de acuerdo en que la migración y el movimiento de las personas son factores particularmente importantes como fuentes de posibles conflictos. La migración, por lo general de carácter temporal y usualmente de las zonas rurales hacia las zonas urbanas, es una respuesta común a calamidades como las inundaciones y las hambrunas. El cambio climático podría tener efectos aún más negativos sobre la seguridad alimentaria y exacerbar la malnutrición, y la producción agrícola en muchos países africanos, incluido el acceso a los alimentos, estará en serio peligro.
Aunque es imposible evitar las catástrofes, es muchísimo lo que podemos hacer para reducir nuestros riesgos y vulnerabilidad a través de una mejora considerable de las actividades de reducción de riesgos, preparación y respuesta a situaciones de desastre. Nuestras acciones – o la inactividad crónica – son elementos decisivos que determinan el grado de los daños resultantes de los caprichos de la naturaleza. La forma en que construimos nuestros hogares y escuelas, diseñamos nuestros puentes, construimos nuestras ciudades y protegemos nuestras zonas costeras – es lo que realmente determina las consecuencias destructivas de cualquier suceso. Es urgente mejorar el modo en que nos preparamos para hacer frente a los desastres que provocan los fenómenos meteorológicos extremos. Las Naciones Unidas tendrán que encontrar los medios de prestar apoyo a las comunidades más vulnerables en los planos nacional y local para ayudarlas a adaptarse a condiciones climáticas extremas y otras repercusiones del cambio climático.
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