A cumplir órdenes -w- xDU
bueh, antes de nada, la evaluación del moderador de esta sección:
Y qué más? Weh, el capítulo -w-
Se aceptan comentarios xD
bueh, antes de nada, la evaluación del moderador de esta sección:
- Spoiler:
- Trama de la historia: 17/25 es un pelin de confusa pero se entiende ^^
Ortografía : 17/20 muy bien ^^
Expresiones realizadas [desenvolvimiento de el personaje] 9/10 no sé algo anda medio mal♪
Explicacion del autor 17/20
Madurez del Fic: 10/10
Sinergia
y union de las palabras empleadas: 18/20 me gusta tu forma de escribir♪
Pero es algo confusa♪que idiota es un fic misterioso(?)
Gusto por el Fic[moderador ¬¬]: 19/20 me gusta mucho =D
Total: 17+17+9+17+10+18+19=107/2 = 53.3/60 está perfect!...
~Fic Apto para ser publicado~
~Toshiro~
Y qué más? Weh, el capítulo -w-
Capítulo 1: Eterna Pesadilla
- Spoiler:
- Todo comenzó aquella maldita noche… Aunque intento conseguirlo, no doy dominado a mi mente y como no se le ocurre otra cosa, me atormenta con ese recuerdo… Con ese recuerdo que sin más, es el comienzo de toda esta pesadilla en la que llevo inmerso un año…
Recuerdo que era un sábado por la noche, como otro cualquiera. Yo, junto a mi familia estábamos en la cocina de nuestra casa. Marta, mi hija de cuatro años, cenaba un puré de patatas acompañado de unas salchichas con salsa de tomate. Mi mujer, llamada Sara, y yo cenábamos pollo asado con unas patatas asadas. Que irónico… Hasta recuerdo que ese día echaban por la tele un partido de fútbol en el que jugaba mi equipo favorito…
Terminamos de cenar, mi mujer y yo recogimos y lavamos los platos que habíamos utilizado. Al terminar, le di las buenas noches a Marta, pues ya era hora de que se fuese a dormir. Mi mujer la acompañó hasta la planta de arriba de la casa, en donde se encontraban todas las habitaciones, y como era habitual, se pondría a leerle un cuento para que conciliase mejor el sueño.
Yo en cambio me quedé en la planta de abajo y me fui al salón a meter unos cuantos datos sobre uno de mis clientes en mi ordenador. Abrí la puerta del salón y al instante encendí la tele, después cogí mi ordenador portátil junto con unos cuantos papeles y me senté en el sofá con el aparato posado sobre mis piernas. Alcancé a los cascos de música y me los puse en las orejas evadiéndome momentáneamente del mundo real.
Era feliz sí, pero como cualquier ser humano tenía problemas, y la mayoría de ellos estaban relacionados con mi familia… La quería, sí, pero me sentía como absorbido por ella… Mi trabajo es ser abogado, mi vida giraba en torno a mi trabajo y me gustaba, amaba mi vida, me sentía muy realizado por lo que hacía. Pero un día, conocí a Sara en un tribunal… Ella era la fiscal y yo era el abogado. Todo sucedió muy rápido, sinceramente me enamoré rápidamente de ella. Así que sin quererlo, acabé convirtiéndola en el ser más importante de mi vida, dejando de lado el trabajo.
A los dos años de noviazgo, me casé con ella y a los 10 meses de casados, tuvimos una hija, Marta.
[…]
Los minutos pasaban rápidamente… Y cuando me quise dar cuenta, ya había transcurrido una hora y pico, pero todavía seguía solo en el salón. Me empecé a preocupar, no era normal que tardase tanto tiempo en bajar… Pero cometí un error, intentar tranquilizarme…
-Se habrá quedado dormida contándole un cuento a Marta… - dije para mi mismo intentando calmarme.
Esperé otra hora más, hasta que no aguanté más… Ya me caía de sueño y la programación que ponían en la televisión por la noche me estresaba, ¿a mí que me importa que los príncipes se divorcien o que un famoso gane un millón por asistir a un programa? Y luego dicen que les da pena que la gente se muera de hambre en el mundo cuando uno gana un millón de euros por no hacer nada…
Sara todavía no daba señales de vida y me empezaba a preocupar. Decidí levantarme del sofá, cosa que me costó gran esfuerzo; abrí la puerta del salón y crucé el pasillo plantándome delante de las escaleras. Intenté agudizar el oído para intentar escuchar algo, pero el intento fue en balde. Respiré hondo, agrupé las fuerzas que me quedaban y comencé a subir los 10 escalones.
No escuchaba nada, nada de nada. Lo normal, si mi mujer estaba contándole un cuento a Marta, sería escuchar voces, pero no fue así.
Llegué a arriba y me dirigí con paso apresurado hacia la habitación de mi hija. Con temor, abría la puerta, le di al interruptor de la luz y… Y no había nadie. La habitación estaba vacía, aunque se notaba que la cama había sido utilizada.
Si soy sincero, en aquel momento me quedé completamente bloqueado, no sabía qué hacer… Mi intuición me decía que algo había sucedido.
De nuevo, respiré, respiré muy hondo y salí de la habitación de Marta.
Comencé a abrir puertas de varias habitaciones, entre ellas en la que dormía yo con Sara y nada… Todas vacías, en ninguna había vida (aparte de la de las arañas que a veces las rondaban).
Ya había recorrido todas, lo único que me faltaba era el baño… Aunque era demasiado improbable que estuviesen ahí. Me acerqué a la puerta del baño y moví el pomo de la puerta para abrirla, pero algo me lo impedía. Lo intenté una y otra vez, pero no logré abrirla… Estaba claro, la puerta estaba cerrada, bien cerrada.
No me quedaba otra… tenía que tirarla abajo, aunque la fuerza bruta no era una de mis cualidades. Con gran esfuerzo comencé a darle golpes con el lado izquierdo de mi cuerpo… Uno… Dos… Tres… Cuatro… Hasta que al quinto calló.
-Porras… Más gastos… - Pensé para mí.
Ya no había ningún obstáculo que me impidiese entrar en el baño, aunque preferiría que todavía lo hubiese… Lentamente crucé la abertura en la que antes estaba colocada la puerta y entré al baño. En sí era grande, era el más grande de la casa, y el único que tenía bañera…
Todo era normal, al menos no había nada extraño… A parte de que la puerta estuviese cerrada con pestillo.
De repente sentí un escalofrío aunque no me extrañé, ya que me fijé en que la ventana estaba abierta, por la cual entraba el aire de la fría noche. La ventana estaba situada en el fondo del baño, justo encima de la bañera.
Así que fui a cerrarla pensando en que Marta probablemente se habría encontrado mal y le habría dicho a su madre que le preparase una manzanilla y ahora estarían tan cómodas en la cocina.
Pero me equivocaba… Me puse de puntillas para cerrar la ventana sin necesidad de apoyarme sobre la bañera… Pero de repente, vi algo espantoso, algo que no le recomendaría a nadie que lo viese. Sin querer, miré el interior de la bañera… Y vi… Y vi que estaba llena de sangre y en el medio se encontraban dos cuerpos de mujeres boca abajo, una más alta y la otra más baja.
Ocurrió todo muy rápido, casi ni me acuerdo de cómo reaccioné… De lo único que me acuerdo, es que me arrodillé en el suelo, mirando fijamente el pelo de las dos mujeres inertes que se encontraban bañadas en su propia sangre, recordando lo feliz que había sido junto a ellas, aunque a veces pensase lo contrario…
Me levanté como pude, recapacité y pensé en quitar los dos cuerpos de la bañera y al menos, dejarlas que descansasen en paz… Pero justo cuando estaba levantando el cuerpo de mi mujer, escuché unos pasos y de inmediato lo dejé tal y como estaba. Me giré y detrás de mí vi a un hombre, el cual había estado escondido en el baño todo este rato, divirtiéndose de lo “bien” que lo estaba pasando yo…
-Está claro, la sangre de las mujeres no sirve para nada… - Dijo el hombre, mientras miraba la bañera llena de sangre.
Me giré para contemplar a aquel hombre, aquel hombre que había matado mi familia. Tenía la cara completamente tapada, excepto sus ojos que me llamaron bastante su atención, ya que eran de un color rojo intenso, nada habituales.
Después de decir eso, se fue corriendo… Hasta alcancé a oír el ruido que hacían las escaleras mientras él las bajaba. Sí, podría haberlo perseguido pero en aquel momento de lo único que tenía ganas era de dormir, dormir para siempre.
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